Es más fácil pensarlo que practicarlo, como todo lo que vale la pena, pero es obligación el dar la vida por nosotros en primer lugar. Que te causen dolor no es un dato de amor, mucho menos de respeto; esa idea de que el amor debe doler sin límites es un consuelo que los que hemos sufrido nos decimos para justificar las desparramadas lágrimas.
El amor no tiene porque ser complicado, se supone que debe ser suelto y maravilloso. Aunque sinceramente, hoy no estoy en ánimos de describir lo que he sentido mientras amo.
En estas letras solo planeo prometerme que mis ojos no llorarán más por ti. Y de que te vayas o te quedes... bajo cálculos y balances, me conviene que te despidas y arrastres tus frustraciones a otra puerta, quizás allá te entiendan mejor que yo.
Me dije que no te odiaría, y hoy sentí odio por unos minutos; me di cuenta del ardor de mi sangre, del revoloteo en mi garganta, y de mis lágrimas ácidas. No puedo odiarte, prolongaría más mi pena y yo, yo si me amo.