Todos los días despertamos con una idea que nos prende, la que nos mueve el mundo durante 24h. Mi idea no controlada de hoy es ser una princesa moderna, ser tratada como una. Pero hoy no quiero escribir sobre mis deseos de ser la luz de sus ojos; quiero hablar sobre el mundo de las ideas.
Las ideas son la semilla, el hilo conductor y el resultado de todas las búsquedas.
Las ideas mal implantadas puede ser la génesis de mucho daño y mucha autodestrucción. Me pondré como sano ejemplo: el tema de la confianza es una fibra sensible, que desde muy joven he tratado con suma delicadeza. En síntesis, no confio en casi nadie, a pesar que tengo personas de confianza a mi al rededor, sólo unas pocas. No puedo sacar de mi mente la idea de la traición, del engaño y la pérdida de ese tesoro que les brindé. No tengo claro el inicio de esa idea que permanece tan fuerte en mi esencia, no recuerdo a conciencia un momento humillante que me haga tener tanto temor por quién confiar; pero se que últimamente la idea de la desconfianza se ha reproducido incontrolablemente.
Asumo que así nos pasa a todos, vemos películas, leemos libros y vemos situaciones reales que nos condicionan. Siempre he pensado que eso es "aprender del error ajeno", pero hoy me despierto con la duda de sí es cierto del todo. Quizás hay personas que se merezcan ser excluidas de esos preceptos, o quizás sólo debo vivir con ellos sin pensarlos tanto.
Las ideas son poderosas, son el motor que nos permite transformar un previa idea en otra mucho más elaborada. Vivimos de ideas transformadas en planes y por último, convertido en acciones.
Las acciones...¡Es este el dilema! ¿Cómo ser coherentes con esas ideas que decimos vivir y que muchas veces exigimos, y las decisiones que tomamos a diario sin pensar en sus minúsculas consecuencias? Este debe ser el arte de vivir, y debo admitir que envidio a todo aquel que lo sabe hacer sin pensarlo tanto.
Las ideas son la semilla, el hilo conductor y el resultado de todas las búsquedas.
Las ideas mal implantadas puede ser la génesis de mucho daño y mucha autodestrucción. Me pondré como sano ejemplo: el tema de la confianza es una fibra sensible, que desde muy joven he tratado con suma delicadeza. En síntesis, no confio en casi nadie, a pesar que tengo personas de confianza a mi al rededor, sólo unas pocas. No puedo sacar de mi mente la idea de la traición, del engaño y la pérdida de ese tesoro que les brindé. No tengo claro el inicio de esa idea que permanece tan fuerte en mi esencia, no recuerdo a conciencia un momento humillante que me haga tener tanto temor por quién confiar; pero se que últimamente la idea de la desconfianza se ha reproducido incontrolablemente.
Asumo que así nos pasa a todos, vemos películas, leemos libros y vemos situaciones reales que nos condicionan. Siempre he pensado que eso es "aprender del error ajeno", pero hoy me despierto con la duda de sí es cierto del todo. Quizás hay personas que se merezcan ser excluidas de esos preceptos, o quizás sólo debo vivir con ellos sin pensarlos tanto.
Las ideas son poderosas, son el motor que nos permite transformar un previa idea en otra mucho más elaborada. Vivimos de ideas transformadas en planes y por último, convertido en acciones.
Las acciones...¡Es este el dilema! ¿Cómo ser coherentes con esas ideas que decimos vivir y que muchas veces exigimos, y las decisiones que tomamos a diario sin pensar en sus minúsculas consecuencias? Este debe ser el arte de vivir, y debo admitir que envidio a todo aquel que lo sabe hacer sin pensarlo tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario