"Un tiempo", eso le pedí a el. Primero lo hice como un impulso poco pensado, como una forma de presionar para mejorar aquellas cosas que, en lo mucho o en lo poco, creo que acabarán con nuestra relación. Ahora no pienso lo mismo.
En este poco tiempo de "sola soledad" (¿Qué les digo? De todo solo ha variado mi actitud, que es mucho) he descubierto que por mi enamoramiento, real, pero quizás tan común, he optado por poner reglas de juego en mi campo, que realmente no necesito. Me explico, si lo necesito, a el y a su vívida presencia de una manera constante en mi vida, pero es todo lo que me hace falta en estos momentos.
Mirando las cosas en retrospectiva, me concentré tanto en esta vida de pareja, en ser complaciente, la novia perfecta, que me olvidé de mi. Tengo deseos y planes que he puesto en "hold", porque el no puede o no quiere; es vergonzoso aceptarlo, pero es el único camino posible hacia la luz.
Esa luz hoy me dice que una mujer de mi calibre (no me mal interpreten, pero estoy sorprendida conmigo misma, me he encantado), no puede depender de los horarios y humores de otro ser vivo. Tengo deseos, aspiraciones, mini sueños aventureros, que sí quiero compartir con el, pero que no puedo dejar atrás si el decide no acompañarme.
Realmente creo en el amor de pareja, y ahora creo que la clave es saber cuando y que sacrificar, y en que momento vivir por ti misma.
En mis pocos años de vida lúcida (esa es otra historia), he aprendido que no existe situación que no puede ser aprovechada; mi tiempo "sola a conciencia" (que en la práctica es exactamente lo mismo), me han ayudado a recordar el valor de las personas por lo que son, el valor de mi persona por lo que soy , y el valor de los momentos tal y como son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario