sábado, 26 de abril de 2014

Carta Sin Sello

Por un momento pensé que exprimiría mi pesar con cada palabra en el poema anterior.
Creí, por un instante, que el papel succionaría mi desdicha, y que mágicamente sería feliz de nuevo.
Escribir con sangre no mitiga la herida, eso lo sé ahora; pintar las letras con el escarlata solo convierte mi torbellino de lágrimas en uno de ideas. No es menos duro Ser si escribo, pero no puedo evitarlo.
He tenido el privilegio de vivir sin muchos obstáculos; y más que eso, he podido avanzar en el tiempo sin despreciar el momento que me viste. Pero para mi, esta frágil damisela en apuros, los escombros de lo físico son menos pesados que los de la mente; y para mi pesar, los escombros del amor son Himalayas frente a los de mi consciente.
Quizás eso suceda por mi propia naturaleza, vivaz, cambiante, curiosa. Es probable que mi mente no sea mi mayor reto; ya logro entenderla en su más primitiva forma, y así puedo respetarla y modificarla a su propio antojo. Es como si existieran varias ´´Yo´´ que son amigas entre si, quizás amantes.
Pero existe ese algo que no he podido encajar en mi historia, estás tu. El Mar indomable, el sol incandescente... no pondría en duda que mi ilusión y desilusión sean ambas hijas gemelas de esas cualidades tuyas. No dudaría ni por un segundo, que eso es gloria y desgracia.
Hace unos días escuché en un programa de televisión, de esos en los que niños concursan por un lugar en una competencia de talentos; la jurado le aconsejaba a esta pequeña que, aunque estaba claro que tenia una tremenda voz de esas que no se escuchan todos los días, debía aprender a domesticarla, porque no siempre debemos dejar salir todo lo que tenemos.
Sería fabuloso correr y llamarte, contarte esa historia, que me digas que eso es verdad, colgar, y que la olvides en seguida. Sentirme feliz porque te di un maravilloso consejo, porque lo entendiste y porque ´´hice mi trabajo´´. Creer que absorbes, clasificas y guardas las experiencias ajenas como yo es absurdo. No eres un fragmento de mi personalidad al que debo convencer de una idea, al que debo ´´interiorizarle´´ una decisión. Eres una entidad completa, compleja y, en estos momentos, disfuncional.
No puedo arreglarte amor mio, porque no eres parte de mi, y eso lo entiendo ahora. No puedo hacerte feliz, ni orgulloso, ni enamorado. No tengo la facultad de ser tu mielina, aunque así lo desee.
Es una pena y un alivio entender esto. Las ambigüedades no son mi especialidad, aun así puedo identificar una si es necesario. Y esto lo es. Esto es total contradicción; sentir la presión cuasi dolorosa de saber que lo he hecho mal, y de que no lo haré jamás; y la ligereza de que tu felicidad no es mi responsabilidad.
Si estuvieses leyendo esto me dirías: ´´Yo te había dicho eso mismo, que mi felicidad no dependía de ti´´. Espero que reconocer mi repetido error me ayude a cambiar el intento de ayudarte, para ver si al fin adquiero la fuerza necesaria para dejarte varado sin brújula, y no tenderte una mano cuando creo que ya conozco el camino.

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